El césped está alto

Este domingo, ha sido bastante curioso. Como siempre, durante estos días yo he acudido a casa de Ignacio para comer. Tras este trámite que parece que tenemos que hacer los humanos, Daniel nos propuso dar una vuelta por una fiesta "rave" que había durante esa semana en el puerto de Hamburgo. Así que, allá fuimos. Cuando llegamos, la verdad, a mi me sorpredió el espacio donde se desarrollaba el evento, no tenía desperdicio. En una especie de muelle abandonado, o al menos con poca importancia respecto a los otros, había un grupo de jóvenes con música electrónica de fondo, y que por momentos varió hacia una especie de fusión entre jazz con electrónica. Ah, ni que decir tiene, que la concepción que se tiene por este lugar de la música electrónica es muy difente a la de la península, lo digo de manera positiva. Incluso veías niños en la fiesta. Nada de malos rollos, ni de tensión, ni de peleas, y poquísima droga, al menos a la vista. Ye, que no consumimos nada, no penséis mal. Como quería decir, esto en España hubiese sido muy diferente.

Como he dicho, por allí estubimos hasta que la noche llegó y nuestro estómago pedía algo de comer, y como estamos en Alemania podéis adivinar que comimos, si señores un kebap, porque las salchichas no son lo único que hay en Alemania.

En fin, con las mismas me fui al hostel de nuevo y me quedé tendido en la cama como un pajarillo. Que al día siguiente había que madrugar. Me esperaba el banco, montar la habitación en la cual residiré y demás cosas, incluyendo las caminatas señores.

Hasta otra